La obra que domó al río Mississipi y salvó toda una región de los Es-tados Unidos

2020 09 13 03Esta obra fue realizada por un ingeniero brillante, aunque opacado en la época por ser nada menos que el hijo de Albert Einstein.
Un poco de historia
En el siglo XV, el Mississippi, famoso por su caudal y su capricho, tomó un desvío hacia el oeste, y con el tiempo la curva que se creó terminó por vincularse con un curso de agua paralelo.

Quinientos años más tarde, el cambio climático, del que todavía no se hablaba pero ya existía, hizo que el río más grande y poderoso de los Estados Unidos, que crecía y crecía, amenazara a esa altura –en Louisiana– las ciudades que existían al sur, como Baton Rouge y Nueva Orleans, si no se controlaba lo que se había convertido en un canal que lo conectaba al Atchafalaya.
Construir una barrera era la solución. Pero los cálculos para una represa hidráulica se hacen muy difíciles si el río es aluvional a la vez que cambiante. Y lo que había que desviar era mucho: el 70% del caudal que el Mississippi echaba al Atchafalaya debía quedarse en su propio cauce y completar la curva, y solo el 30% podía fluir hacia el sur. Muchos ingenieros dejaron pasar el encargo del Gobierno de los Estados Unidos. Pero hubo uno que aceptó el reto: Hans A. Einstein, el hijo de Albert Einstein.
Un monumental proyecto
Hans Albert Einstein trabajaba en la Universidad de California en Berkeley cuando comenzó a armar un grupo para comenzar esa obra en septiembre de 1955.
El equipo propuso tres estructuras separadas, cada una de ellas con los materiales más fuertes que se conocieran en el momen-to. En el punto más al sur del tramo, donde se dirimía que el Mississippi siguiera en su cauce y no hacia el Atchafalaya, un con-junto de compuertas y una esclusa que permitiera la navegación. Al norte, en una planicie que se inundaba con cada crecida, una construcción de acero y hormigón de 900 metros de largo con más de 70 bahías y compuertas que se levantarían cuando se presentara la necesidad.
Y la pieza crucial, llamada Low Sill: la que detendría el 70% del caudal del río indomable y solo permitiría que el 30% restante pasara al Atchafalaya. Einstein calculó que la cabecera de agua podría superar los 10 metros y aun así la construcción debería mantenerse firme, una cantidad inconcebible. Pero cualquier cosa era posible cuando se trataba del río Mississippi.
La obra resultante, de 152 metros de largo y 21 de alto, anclada de manera invisible en la tierra roja, lleva más de 60 años resis-tiendo los caprichos del río más caprichoso de América del Norte y solo necesitó un refuerzo después de una enorme creciente en 1986. El cuadrado central de gris-marrón tiene dos altas grúas idénticas. Cuando hace falta, una persona opera cada una para levantar las “puertas de tres secciones de hierro de 30 centímetros de espesor” que cubren 11 entradas, cada una de más de 12 metros de ancho. Desde el lecho del río, unos metros más arriba, se elevan unos arcos de concreto que recogen el agua; corrien-te abajo, otras estructuras impiden que el agua salga de cauce y dañe los bancos del canal.
Finalmente la excelencia de la solución reivindicó la estatura intelectual de quien había quedado en penumbras frente a la brillan-tez de su padre.