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El rey Rana
VERSIÓN LIBRE DE CUENTO CLÁSICO DE HERMANOS GRIMM
cuando te encontrabas fiel Enrique. Este leal
necesitada.» Tomándola servidor había sentido
con dos dedos, la llevó tal pena al ver a su señor
arriba y la depositó en un transformado en rana
rincón. Mas cuando ya se que se mandó colocar
había acostado, la rana tres aros de hierro en
se acercó y exclamó: tomo al corazón para
«Estoy cansada y quiero evitar que le estallase de
dormir tan bien como tú; dolor y de tristeza.
conque súbeme a tu La carroza debía con-
cama o se lo diré a tu ducir al joven Rey a su
padre.» reino.
La princesita acabó la El fiel Enrique acomo-
paciencia, tomó a la rana dó en ella a la pareja y
del suelo y, con toda su volvió a montar en el
fuerza, la arrojó contra pescante posterior; no
la pared: «¡Ahora des- cabía en sí de gozo por
cansarás, asquerosa!» la liberación de su señor.
Pero en cuanto la Cuando ya habían re-
rana cayó al suelo, dejó corrido una parte del ca-
de ser rana y se convir- mino, oyó el príncipe un
tió en un apuesto prínci- estallido a su espalda,
pe de bellos ojos y dulce como si algo se rompie-
mirada. se. Volviéndose, excla-
El Rey lo aceptó mó: «¡Enrique, que el co-
como compañero y espo- che estalla!»
so de su hija. Entonces le - «No, no es el coche
contó que una bruja lo que falla, es un aro de
malvada lo había encan- mi corazón, que ha esta-
Hace ya mucho tiem- lloro por mi pelota de da!» le gritaba la rana, ra y quiere entrar.» En- tado y que nadie sino ella do lleno de aflicción mien-
po vivía un rey que tenía oro, que se me cayó en «llévame contigo; no tretanto, llamaron por podía romper el encan- tras viviste en la fontana
unas hijas lindísimas, es- la fuente.» puedo alcanzarte; no segunda vez y se oyó una to y sacarlo de la charca convertido en rana.»
pecialmente la menor, la - «Cálmate y no llores puedo correr tanto voz que decía: «¡Prince- y le propuso que al día si- Por segunda y terce-
cual era tan hermosa más», replicó la rana, como tú!» Pero de nada sita, la más niña, ábre- guiente se marcharían a ra vez se oyó aquel chas-
que hasta el sol, que tan- «yo puedo arreglarlo. le sirvió desgañitarse. La me! ¿No sabes lo que su reino. quido durante el cami-
tas cosas había visto, se Pero, ¿qué me darás si te niña, sin atender a sus ayer me dijiste Junto a la Se durmieron, y a la no, y siempre creyó el
maravillaba cada vez devuelvo tu juguete?» gritos, seguía corriendo fresca fuente? ¡Princesi- mañana, al despertarlos Rey que la carroza se
que sus rayos se posaban - «Lo que quieras, mi hacia el palacio y no tar- ta, la más niña, Ábre- el sol, llegó una carroza rompía; pero no eran
en el rostro de la mucha- buena rana,» respondió dó en olvidarse de la po- me!» tirada por cuatro caba- sino los aros que saltaban
cha. la niña, «mis vestidos, bre rana, la cual no tuvo Dijo entonces el Rey: llos blancos. del corazón del fiel Enri-
Junto al palacio real, mis perlas y piedras pre- más remedio que volver «Lo que prometiste de- Detrás iba, de pie, el que al ver a su amo redi-
en un bosque grande y ciosas; hasta la corona a zambullirse en su char- bes cumplirlo. Ve y ábre- criado del joven Rey, el mido y feliz.-
oscuro, bajo un viejo tilo, de oro que llevo.» ca. le la puerta.» La niña fue
fluía un manantial. La Mas la rana contes- Al día siguiente, es- a abrir, la rana saltó
princesita solía ir al bos- tó: «No me interesan to- tando la princesita a la dentro y la siguió hasta
que y sentarse a la orilla das esas cosas, pero si mesa junto con el Rey y su silla.
de la fuente. estás dispuesta a querer- todos los cortesanos co- Al sentarse la prince-
Cuando se aburría, se me, si me aceptas como miendo en su platito de sa, la rana se plantó ante
ponía a jugar con una amiga y compañera de oro, he aquí que plis, sus pies y le gritó: «¡Sú-
pelota de oro, arroján- juegos, si dejas que me plas, plis, plas se oyó que beme a tu silla!»
dola al aire y recogién- siente a la mesa a tu lado algo subía fatigosamente La princesita vacila-
dola con la mano al caer; y coma de tu platito de las escaleras de mármol ba, pero el Rey le orde-
era su juguete favorito. oro y beba de tu vasito y de palacio y, una vez arri- nó que lo hiciese. A L L I A C R A M R C
Ocurrió una vez que duerma en tu camita; si ba, llamaba a la puerta: De la silla, el animali-
la pelota, en lugar de me prometes todo esto, «¡Princesita, la menor to quiso pasar a la mesa, Y A A L I A C R A H C
caer en la manita de la te traeré la pelota de de las princesitas, ábre- y ya acomodado en ella, S E P I C N I R P P S
niña, cayó en el suelo y oro.» me!» dijo: «Ahora acércame O O E E C L A A I O S
fue a parar dentro del – «¡Oh, sí!» exclamó Ella corrió a la puer- tu platito de oro para que
agua. La princesita la si- ella, «te prometo cuan- ta para ver quién llama- podamos comer juntas.» T L T A L N S M A H A
guió con la mirada, pero to quieras con tal que me ba y, al abrir se encontró La niña la complació, N O A U Z E E S D O T
la pelota desapareció devuelvas la pelota.» con la rana allí plantada. pero veíase a las claras
pues el manantial era tan Mas pensaba para sus Cerró de un portazo y que obedecía a regaña- E R G I M O O I J N O
profundo, tan profundo, adentros: ¡Qué tonte- volvióse a la mesa, llena dientes. A N A O T D R E C R L
que no se podía ver su rías se le ocurren a este de zozobra. La rana engullía muy E S R I A N L R A A E
fondo. animalejo! Tiene que es- Al observar el Rey a gusto mientras a la
La niña se echó a llo- tarse en el agua con sus cómo le latía el corazón, princesa se le atraganta- T P O C C A A D A E P
rar; y lo hacía cada vez semejantes, croa que te le dijo: «Hija mía, ¿de ban todos los bocados. E G O R M E N N T C I
más fuerte, cuando, en croa. ¿Cómo puede ser qué tienes miedo? Es una Finalmente, dijo la U B V I E A R N A S B
medio de sus lamentacio- compañera de las perso- rana asquerosa. ¿Qué bestezuela: «¡Ay! Estoy
nes, oyó una voz que de- nas? quiere de ti esa rana?» cansada; llévame a tu G A N M L U E P M M E
cía: «¿Qué te ocurre, Obtenida la promesa, - «¡Ay, padre queri- cuartito y arregla tu ca- U A I B N U Q L S I R
princesita? ¡Lloras como la rana se zambulló en el do! Ayer estaba en el mita de seda: dormire-
para ablandar las pie- agua, y al poco rato vol- bosque jugando junto a mos juntas.» J N A O F A N S I E E
dras!» vió a salir, nadando a la fuente y se me cayó al La princesita se echó A O I C L O M R A M D
La niña miró hacia grandes zancadas, con la agua la pelota de oro. Y a llorar; le repugnaba
todos lados buscando la pelota en la boca. La mientras yo lloraba, la aquel bicho que ni siquie-
procedencia de aquella apoyó en la hierba y la rana me la trajo. Yo le ra se atrevía a tocar; y
voz y descubrió una rana princesita, loca de ale- prometí, pues me lo exi- he aquí que ahora se
que asomaba su gruesa y gría al ver nuevamente gió, que sería mi compa- empeñaba en dormir en
fea cabezota por la super- su hermoso juguete, lo ñera; pero jamás pensé su cama.
ficie del agua. recogió y echó a correr que pudiese alejarse de Pero el Rey, enojado,
«¡Ah!, ¿eres tú, viejo con él. su charca. le dijo: «No debes des-
chapoteador?» dijo, «pues «¡Aguarda, aguar- Ahora está ahí afue- preciar a quien te ayudó