Page 17 - Semanario-23-09-22.pmd
P. 17
La torre de las golondrinas
ADAPTACIÓN LIBRE DE CUENTO DE ALFONSO PÉREZ NIEVA
años de edad, huérfa- narme la vida. No tenía
no y sin otra renta que nada seguro, no sabía
el día y la noche. ¿Qué lo que iba a hacer, pero
hacer? Los vecinos me tampoco las aves via-
atendieron al principio, jeras saben de antema-
pero se necesitaban a no cómo las va a ir.
sí mismos, y al cabo, el Y cuando ella se lar-
tiempo andando, com- gó yo me ausenté de
prendí que había que mi pueblo, me trasla-
tomar un partido. dé a Alicante, hallé allí
¿Sabe usted quién me colocación de "chico"
lo inspiró? Una golon- en un velero que partía
drina, que estuvo allí a Orán. En Orán fui lim-
para señalarme el ca- piabotas y mandadero.
mino. Luego me dediqué al
Se alojaba en nues- campo. Dios me ayudó.
tra cocinita que nos Primero peón, después
alegraba con su pre- capataz, al fin hacen-
sencia. Aquel año ¡fue dado. Me casé, tuve fa-
providencial!, no emi- milia, soy rico y en pren-
gró. Hubiérase creído da de gratitud profun-
que se quedaba a ha- da, en la primera finca
cerme compañía com- de campo que poseí—
padecida de verme vuelvo a repetírselo—
solo. Con su volar y re- levanté esa torre exclu-
volar fue dejando caer sivamente para refugio
en mí la idea de mar- de las que me dieron la
charme por ahí a ga- fe para luchar.
Le Ferme des Hi- bierto en la que pu- ma de alas azules, en el entorno por su
rondelles llamaba diera decirse cabeza siempre agitándose en procedencia. Una ver- Breve biografía
todo el mundo a la de la torre. torno a las rojas tejas. dadera providencia
hacienda en aquel le- Toda esta alta gran Y siempre entonando para la comarca, al Alfonso Pérez Gómez Nieva
jano rincón de Argelia nave hallábase pobla- un coro de pitidos agu- lado del cual no había Nació en Madrid Madrid y Barcelona.
y en verdad que tal tí- da de nidos de golon- dos y silbantes, como miserias, ni bracero a el 12 de mayo de Ministro de Ins-
tulo de "Cortijo de las drina colgados donde- un himno de amor al quien no diera traba- 1859. Licenciado en trucción Pública y
Golondrinas" le caía quiera entre el made- Todopoderoso que no jo, ni mendigo a quien
perfecto a la rústica ramen. Eran muchos, sólo les daba el sere- no socorriera. Hasta Filosofía y Letras, Bellas Artes en 1923
casa, porque sólo Dios unos antiguos, ya se- no espacio, las aguas sabían el porqué de prolífico escritor, re- y 1925.
sabía el sinnúmero de cos, como abandona- claras, los prados ver- aquella torre tan alta dactor y colaborador Fallece el 24 de di-
avecillas que allí te- dos, quizás casas por des y los insectos de y tan blanca y tan có- de muchas publica- ciembre de 1931 en
nían su alojamiento. las que pasó la muer- cebo, sino que las ha- moda y que efectiva- ciones periódicas de Badajoz, España.
Realmente la finca pa- te; otros recientes, bía sorprendido, al vol- mente estaba levanta-
recía estar construida frescos, revelando la ver a África, con aquel da exprofeso, con el
para ellas, así se ase- vida actual vigorosa. seguro refugio donde fin de que las aves via-
guraba en el país y En el buen tiempo tan cómoda y segura- jeras contaran con un
como prueba incon- era una fiesta la torre. mente podían acoplar asilo seguro donde
trovertible señalába- Sin duda en los aires sus nidos. Allí no sólo criar a sus hijos.
se, por la gente, un había cundido la noti- contaban con un abri- —Sí, señor —me
detalle extraño para la cia de aquel inespera- go, sino con un abrigo contaba el anciano
vecindad: una torre. do hotel y de sus co- en el que sus casitas de dueño del cortijo de la
Efectivamente, se modidades, de que allí barro estaban libres de torre;—ese minarete
alzaba en un costado tenían la entrada fran- las acechanzas de los está levantado a pro-
de la casa y era una ca sin que nadie las rapaces. pósito para las golon-
verdadera torre de molestara, y cuando el Todo era obra de drinas como prueba de
iglesia, derecha y alta, frío las echaba de aquel señor de pelo gratitud a una de ellas,
sin otros huecos en sus otros países, poco blanco que se compla- a la que debí mi salva-
muros que las venta- menos que a picota- cía en verlas volar, con ción en días adversos.
nitas necesarias para zos se disputaban un cariñosa mirada, hur- A los 12 años, muer-
la luz de la escalera. albergue en el desván tándose unos momen- to mi padre, pastor de
En cambio, por arriba, blanco y silencioso. tos a la labor de la fin- profesión, lo remplacé
terminaba de un modo Ofrecía entonces la ca, al incesante tráfico en la guarda de los ga-
singular. Su tejado no torre un espectáculo de carros trayendo o nados. Me quedaba mi
descansaba directa- encantador, tan alta, llevando el grano y de madre que se dedica-
mente sobre las cua- tan derecha, tan blan- la actividad de los mi- ba a la labranza. Vivía-
tro paredes sino sobre ca, como una especie grantes de todas las mos no ya pobremen-
cuatro vigas que sur- de minarete de los que vecindades. te sino miserablemen-
gían en los ángulos y se erguían en las mez- Ya sabían todo esto te, pero al cabo vivía-
que dejaban un espa- quitas del país y a to- las golondrinas; ya sa- mos. He aquí que mi
cio abierto, como de das horas rodeada de bían que en aquella amo vende sus bestias
un metro, entre el te- golondrinas que vola- casa se las reverencia- y yo me quedo reduci-
cho y el cielo raso. Por ban y revolaban a su ba como a cosa sagra- do al escaso jornal de
dentro formaba una alrededor, o que en- da; ya sabían que la ella, de la pobre mujer
gran nave cruzada por traban o salían por el finca era propiedad de que me había llevado
multitud de viguetas, hueco abierto bajo el aquel señor de pelo en sus entrañas. Y
constituyendo un am- techo. Formaban así blanco, el español, muere a su vez y me
plio desván al descu- una especie de diade- como le denominaban encuentro yo a los 16