Fuertes repercusiones, personalidades de todo el arco político y social son coincidentes en que es un asunto de ética y moral públicas
Resulta imposible quedar indiferente ante la fama que ha ganado el hombre de las mil gauchadas, que se extiende a todo Colonia y a su dirigencia política.
La inesperada reaparición en la escena política luego de cumplir su
condena de prisión genera incomodidades y disimulos inocultables. Todo el mundo tiene algo que decir. Los actores políticos envueltos en la campaña ni los vecinos de distintos puntos del departamento
pueden resistir la tentación de dejar trascender su parecer.
El exintendente Zimmer, candidatos a Intendente, los diputados por Colonia Colmán o Viera, la candidata presidencial Laura Raffo, alcaldes, ediles, activistas sociales o vecinos, son generosos con el testimonio de su parecer ante el hecho de que vuelva a encabezar una lista en estas internas una persona condenada por delitos contra la administración pública, exfuncionario electivo del Gobierno Departamental de Colonia, que lideró una asociación para delinquir, a quien el Senado condenó y expulsó de su cargo en juicio político por unanimidad, y que las autoridades de su colectividad política “echaron” o “hicieron renunciar” al partido.
Alfredo Sánchez no es candidato en la lista 322, sino que se utiliza su imagen cuando una gran foto suya domina la hoja de votación. No hay manera de evitar la identificación de la lista que encabeza Guillermo Sánchez, con su familiar, el exalcalde de Florencio Sánchez.
Es que “el hombre de las mil gauchadas” todavía tiene protectores, gentes dispuestas a afirmar “no podemos hacer nada” o a mirar para otro lado. No tiene partido, porque ya no pertenece al Partido Nacional, pero su imagen está en las listas del Partido Nacional. ¿Puede explicarse?
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