Voy a salir y prefiero esperar otro ómnibus porque lo veo parado en el portón. Sé que va a pedirme plata y me hará un “verso” que no me dejará escapatoria.
Busco estacionar en algún huequito que me deja el parque automotor, a cuyo crecimiento desmesurado aporto mi granito de arena y allí está. “¿Se lo cuido amigo?” Y sí, no me queda otra. Preparo para la vuelta un billete de los más chicos.
Voy caminando por la vereda buscando los mismos bueyes que se perdieron hace tiempo o algún otro más reciente y me pega el susto el día. Sale del contenedor de basura con una agilidad digna del hombre araña. Algo de lo que otros tiraron puede hacer la diferencia entre comer algo o ayunar obligadamente....
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