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                                                                  Viernes 23 de Abril de 2021

                  El gallito de cresta de oro


           ADAPTACIÓN  LIBRE D E L EYENDA  DE  ALEKSANDER  NICOLAYEVICH  AFANASIEV













                                                                                                                    ¿Sabes qué le dice

                                                                                                                   una piedra a otra?
                                                                                                             ¡La vida es muy dura!




                                                                                                                   –A ver Jaimito, dime una
                                                                                                                   palabra que tenga 5 ies.
                                                                                                              Y Jaimito  responde:
                                                                                                             –Pero profesora, eso es

                                                                                                             dificilísimo.
                                                                                                             –Muy bien Jaimito, muy bien.




                                                                                                                   El profesor pregunta a
                                                                                                                   Pedrito:
                                                                                                             –Dime, ¿cuántos ojos tenemos?
           Un viejo matrimonio  que molía, y en el acto    Y poco a poco se be-  muelas de oro que nos
        era tan pobre que con fre-  empezaron a salir flanes  bió toda el agua del pozo.  robaste!           Pedrito se toma su tiempo y
        cuencia no tenía ni una  y pasteles en tal abundan-  En seguida voló otra vez,  En aquel momento se
        miga de pan que llevarse  cia que no tenía tiempo  se posó en el balcón y  encontraba el noble cele-  por fin responde:
        a la boca.              de recogerlos. Los ancia-  empezó a cantar:     brando una fiesta con sus    –¡Cuatro!
           Un día los ancianos se  nos se pusieron muy con-  -¡Quiquiriquí! ¡Señor!  amigos, quienes al oír lo
        fueron al bosque a reco-  tentos y cenaron suculen-  ¡Señor! ¡Devuélvenos las  que cantaba el gallo, se  –Pero ¿qué dices? grita el pro-
        ger castañas para satisfa-  tamente.            muelas de oro que nos   precipitaron asustados
        cer su hambre.             Un día pasaba por allí  robaste!             fuera de la casa. El noble   fesor.
           Mientras comían, a la  un noble y entró en la ca-  El noble, enojado, or-  corrió tras ellos para tran-  –Pues claro, señor profesor,
        señora se le cayó una cas-  baña.               denó al cocinero que me-  quilizarlos y hacerlos vol-
        taña al sótano de la caba-  -Buenos viejos, ¿no  tiese el gallo en el horno.  ver, y el Gallito de Cresta  cuatro: ¡dos usted y dos yo!
        ña; el fruto germinó y  podrían darme algo de   Lo metieron en el horno  de Oro, aprovechando
        tiempo después asoma-   comer?                  encendido pero una vez  este momento en que
        ba una ramita entre las    -¿Qué quieres que te  allí, empezó a decir:  quedó solo, tomó las
        tablas del suelo. Enton-  demos? ¿Quieres flanes y  -¡Pico, pico, arroja  muelas y se fue volando
        ces dijo a su marido:   pasteles? -ofreció la due-  agua!               con ellas a la cabaña del
           -Oye, si quitas una ta-  ña de casa.            Y con el agua apagó  anciano matrimonio, que
        bla del piso para que el   Y tomando las muelas  todo el fuego del horno.  se puso contentísimo y vi-
        castaño crezca, cuando  se puso a moler, en segui-  Otra vez echó a volar  vió en adelante muy feliz,
        sea grande, habrá casta-  da salieron en montón fla-  y cantó por tercera vez:  sin que le faltase nunca
        ñas en casa sin ir a bus-  nes y pastelitos.       -¡Quiquiriquí! ¡Señor!  qué comer gracias a las
        carlas al bosque.          El noble los comió y  ¡Señor! ¡Devuélvenos las  muelas.
           El anciano hizo un agu-  propuso a la mujer que le
        jero en el suelo y el árbol  vendiera las muelas.
        siguió creciendo rápida-   La anciana, que muy     Aleksandr N. Afanasiev
        mente hasta que llegó al  satisfecha estaba, no se
        alero. En ese momento el  las quiso vender.                 Breve biografía
        viejo quitó una chapa del  Entonces el visitante,   Escritor y etnógrafo
        alero y el castaño siguió  envidioso, le robó las  ruso, nació en Vorónezh
        creciendo, creciendo,   muelas y se marchó.      el 29 de junio de 1826.
        hasta que llegó al mismí-  Los ancianos se entris-  Historiador de la litera-
        simo cielo.             tecieron mucho y empe-   tura, recopiló leyendas y
           Cuando se terminaron  zaron a lamentarse.     narraciones autóctonas.
                                                         Autor de: Cuentos popu-
        las castañas, el anciano   -Esperen -les dijo el Ga-  lares rusos y Cuentos fin-
        empezó a subir por el   llito de Cresta de Oro, vo-  landeses.
        tronco con una bolsa; tan-  laré tras él y lo alcanzaré.  Entre sus trabajos
        to subió, que al fin se en-  Echó a volar, llegó al  como historiador y eru-
        contró en el cielo. Pasean-  palacio del noble, se sen-  dito figuran  El domovoi
        do y curioseando perci-  tó encima de la puerta y  (1850),  Brujos y brujas  Afanasiev consigue con-
        bió un gallito de cresta de  cantó desde allí:   (1851),  Concepciones  ducir al lector a un mun-
                                                         poéticas de los esclavos
        oro, al lado del cual se   -¡Quiquiriquí! ¡Señor!  sobre la naturaleza  do de princesas encan-
        hallaban unas pequeñas  ¡Señor! ¡Devuélvenos las  (1866-1869) e  Historia  tadas, héroes sobrehu-
        muelas de molino.       muelas de oro que nos    de los cosacos (1871).  manos, caballos habla-
           Sin detenerse a pen-  robaste!                   Pero su obra maes-  dores, duendes, demo-
        sar más, el anciano tomó   En cuanto oyó el no-  tra es  Cuentos popula-  nios y tesoros, ingenuos
                                                         res rusos, escritos entre
                                                                               campesinos y mujeres
        el gallo y las muelas y bajó  ble el canto del gallo or-  1855 y 1863. Es una  encantadas, islas maravi-
        a su cabaña. Una vez allí,  denó a sus servidores:  monumental recopila-  llosas y cuevas inferna-
        dijo a su mujer:           -¡Muchachos! ¡Tiren   ción publicada en ocho  les. Conserva toda la ma-
           -¡Oye, mi vieja! ¿Qué  ese gallo al pozo!     volúmenes, en la que  gia de los mitos ancestra-
        podríamos comer?           Los criados lo echaron  recogió más de seiscien-  les y de las creencias ru-
           -Espera -le contestó  al pozo; desde adentro se  tas fábulas y cuentos  rales de la vieja Rusia.
                                                                                  Falleció en Moscú el
        ella-; voy a ver cómo tra-  le oyó decir:        procedentes de la narra-  11 de octubre de  1871 a
                                                         tiva popular.
        bajan estas muelas.        -¡Pico, pico, bebe       Con esta creación,  los 45 años.
           Se puso a hacer como  agua!
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