Columnista invitada: Marly Bellion
Epifanía de reyes o el cierre de la Navidad, es para los cristianos la primera de las tres revelaciones de la vida de Jesús.
Mateo es el único evangelista que registra esta historia, usa la palabra de origen babilónico “magoi” para identificarlos, dejando así preestablecido que venían de la zona de Babilonia o Persia realizando un viaje de unos 1600 kilómetros, dato corroborado por Clemente de Alejandría.
Magoi no se acerca en absoluto a la palabra mago que conocemos hoy; como esa persona que realiza trucos ante un público. Cuenta la historia que el día que Jesús nació un ángel guardián fue a Persia y se le apareció a estos sabios en forma de estrella brillante que iluminaba todas sus tierras. El 25 primer Kanun (fiesta de navidad de Cristo) los persas celebraban la solemnidad del fuego y las estrellas, brilló sobre sus cabezas. Y, ante la pregunta ¿Qué signo sería ese? Respondieron: Ha nacido el rey de reyes, el Dios de los dioses, la luz emanada de la luz.
En el evangelio Armenio – apócrifo- destacan que María y José estaban escondidos y que los reyes habían salido de Persia nueve meses antes de su llegada a Jerusalén e iban acompañados de un ejército de 12.000 hombres.
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