Ante el fallecimiento de Mariucha Piceda una entrevista con la referente de la cultura luego de un homenaje

024El 1º de setiembre nos sorprendió la noticia del fallecimiento de María Santina Piceda Ferrari, a quien todos conocimos como Mariucha. Es momento de compartir un diálogo mantenido tiempo atrás con esta referente de la cultura, después de un homenaje.

-Para llegar a analizar el presente, siempre es bueno conocer un poco la historia. En este caso, saber en qué año y por qué motivo emigra su familia a Carmelo.

-Fue en el año 1948, de la mano de mi padre que vino contratado por lo que en ese momento se llamaba MDF, que hoy es ERCNA. Era un astillero flotante, mi padre era maestro de ribera, los que hacen las quillas de los barcos. Trabajaba en Arsaldo, uno de los grandes astilleros de Génova. Contrataron 27 técnicos para poner en funcionamiento la Escuela Técnica de Reparaciones, Construcciones Navales y Anexos. Entre ellos estaba mi padre.

Yo llegué a Uruguay el 2 de noviembre del 48.

-¿Cuáles eran las motivaciones personales que la hacían pensar que toda la sociedad debería ser igual y luchar por eso? Así como la tarea de asumir un cargo en la Intendencia para la cultura.

Fue algo para lo que me preparé mucho, creo que soy la única en Uruguay que tiene el título de administradora cultural, un curso universitario que se hace en Argentina porque en Uruguay no existe. Y lo hice en una época en que tenía a mis hijos chicos. Son ocho años de un curso de la UNESCO, que en ese momento se encontraba en la búsqueda de líderes naturales para formarlos, nos presentamos 300 y fuimos elegidos dos. El curso se desarrollaba en Buenos Aires, San Isidro, lo dictaba Ezequiel Ander Egg, una mítica figura de la animación sociocultural, concepto que de alguna manera él creó.

La parte teórica prácticamente la pude hacer sola, la parte practica la hice en el teatro Colón de Buenos Aires, en el Paseo de las luces, en el teatro San Martin, en el Cervantes, allí es donde empecé.

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-¿En Uruguay no estaba esta carrera? ¿Y actualmente?

No, no estaba y ahora tampoco. Ese fue un periodo de oro, se empezaba a hablar en América Latina en los años 60, 70, de la democratización de la cultura, traer la cultura a los niveles que debe tener, que esté al alcance de todos. La cultura es un hecho sumamente complejo porque apela a lo que tenemos nosotros de creadores, lo que nos acerca más al sentido creativo de dios. El administrador cultural está entrenado para administrar el caos porque la cultura es caótica, entonces la persona que va a administrar un centro cultural o intendencias, direcciones, tiene que saber mediar muy bien mediar entre el lado de los artistas y el lado del público y tiene que sacar algo coherente ya que el artista es anarco por naturaleza y sin esa creación no se podría luego dar orden.

Hay que hacer muy buenas evaluaciones, permanentemente. Saber reconocer los grupos, dar a los artistas lo que quieren y a veces lo que no quieren también.

Es deber de los entes públicos formar al público, saber hacer una buena distinción de lo que es cultura con mayúscula de lo que son las industrias culturales. Las industrias culturales ya tienen sus espacios propios y hoy están muy mezclados. El Estado no tiene por qué gastar dinero en las iniciativas privadas, lucrativas, que ya tienen su circuito. Nosotros tenemos que estar despertando inquietudes en la gente para que dentro de sus niveles eleve su nivel cultural, así sea amateur.

Los entes estatales no están para darle al público lo que quiere sino para educar al público. Es un trabajo muy lento porque no es solo poner sobre el escenario algo, sino ponerlo con cierta continuidad para que sea instructivo para quien lo está viendo. No sirve de nada traer la Comedia Nacional una vez al año con una obra de Florencio Sánchez si antes no se ha movilizado al elenco de la localidad para que haga lecturas de Florencio Sánchez para que se incentive la biblioteca. Hay que ser muy coherente con la cultura.

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-Como mujer, cuando empezó con este trabajo salía de lo común? ¿Eso en algún momento fue un freno o todo lo contrario?

No, todo lo contrario. En general ser mujer y ser independiente era algo que la sociedad no te perdonaba. Ahora es un poco más flexible. En aquel entonces la mujer tenía un rol muy determinado: ser madre, esposa y ama de casa, todo lo demás era sospechoso. Yo leía los libros del curso dándole de mamar a mi hija, siempre tuve tiempo para las dos cosas y las dos son muy gratificantes.

Seguí un consejo de mi madre que era muy sabia y cuando me casé me dijo: “vas a entrar en una familia distinta, eres tú la que se tiene que amoldar. Pero recuerda guardar siempre un 20 % tuyo y hacelo crecer. Cuando seas vieja te acordarás de mi”, yo la entendí después.

Vengo de familia de mujeres muy fuertes, las dos abuelas, mi bisabuela. Familias de gente enérgica, somos sobrevivientes de una guerra sin trauma ninguno, pasé los nueve años de guerra. Cinco años y tres de posguerra que fueron peores y no me quedaron traumas porque precisamente tenía a mi lado a esas mujeres que me hicieron fuertes en la adversidad, me supieron enseñar que también eso formaba parte del mundo y que sobrevivían los fuertes y no los débiles. Esa es la enseñanza de una vida.

-El homenaje en vida, algo emocionante, los músicos que se hicieron presentes. ¿Qué le pareció el homenaje?

Cuando el Dr. Álvaro Córdoba que fue quien lo organizó me mandó el afiche, ya estaba todo organizado, y mi respuesta fue ¡no! Él es como un hijo para mí, se crió prácticamente en mi casa porque eran compañeros de estudio con Asqueta. Con su guitarra hace cosas maravillosas, pero nunca pensé que traería a tantos artistas juntos que vinieran de Argentina, de Montevideo. Fue realmente una grata sorpresa y mientras estaban cantando yo pensaba que muchas veces los seres humanos cometemos injusticias. Unos días antes habíamos hecho en el Archivo y Museo del Carmen un homenaje a alguien que se había ido hace un mes, Aldo Bouvier y mientras lo hacíamos me preguntaba por qué no se lo habremos hecho mientas vivía. Por eso me pareció adecuado, he hecho muchos homenajes en vida a varias personas, es una modalidad personal. Porque a la gente hay que agradecerle, quizás en mi caso no lo merecía o si… Lo disfruté enormemente. Fue realmente muy gratificante.

Me llamó la atención que fuera una iniciativa que no salió de Carmelo. En Carmelo no hay institución en la que a lo largo de los años no haya ayudado armando fiestas de la escuela, desfiles en la calle, etc. Eso habla un poco de la idiosincrasia, la famosa “disparen al líder”, quien hace cosas voluntariamente no debe asomar la cabeza.

Las criticas siempre son positivas, pero la falta de reconocimiento no. Faltó mucha gente de Carmelo que yo esperaba, esa noche hubo mucha cosa cultural en Carmelo. La falta de quienes uno espera no es dolorosa pero sí reveladora.

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-¿Cómo ve hoy la cultura?

Muy mal, yo veo que lo que funciona muy bien son los teatros. El nivel de la Dirección de Cultura deja mucho que desear, es fantasma. Los que estamos en el ámbito de la cultura no los conocemos, una persona ausente no sirve. En la cultura siempre hay que estar presente, estar en todos los detalles y saber cómo organizar. Veo que hay gente con mucha voluntad pero falta una coherencia en la Dirección. Habiendo tantas figuras culturales como las hay en el departamento, falta valorar eso.

La gente no está preparada para los espectáculos, en la cultura hay que hacer ciclos. Nosotros dividíamos en etapas por año. Es como que tuviéramos un collar de perlas preciosas todas y no estén enhebradas, entonces se pierden.

Recalco que los teatros están muy bien administrados, se ha invertido y mantenido muy bien, por ejemplo el teatro Uamá, la parte técnica y la programación hacen un equilibrio, pero sin una buena directiva general es imposible.

En Carmelo todos descendemos de los vascos, hay raíces de todo tipo tú haces un año de cultura alemana y hacia adelante tienes mucha gente que gira alrededor de eso, se tratado ser coherente, no lleva mucha ciencia.

Carmelo tiene mucha gente capaz de llevar adelante proyectos culturales hay falta de iniciativa, y a veces el manejo no es el correcto, hay mucho amiguismo.

Salvo el periodo que estuve en la Dirección de Cultura que fui pagada para eso, siempre fui voluntaria, el voluntariado debe ser muy valorado. Quienes trabajamos en cultura debemos hacerlo porque es un capital rico y para entender a los artistas, al creador lo único que le interesa es expresarse y eso va más allá de un sueldo.

Ya terminé una etapa de mi vida, todo lo que hice lo disfruté, así sea un ensayo a las 3 de la mañana. Pero llega un momento que uno dice basta. Ahora voy a dedicarme a viajar y dejarle el lugar a otras generaciones.